miércoles, 26 de marzo de 2014

HOMENAJE A HUGO WAST POR RODOLFO JORGE BRIEBA

HOMENAJE A GUSTAVO MARTINEZ ZUVIRÍA (HUGO WAST) 1962-2014

El próximo viernes 28 de marzo se cumplirá un año más del fallecimiento de Gustavo Emilio Martínez Zuviría acontecido en el año 1962 conocido en el mundo entero por sus obras traducidas a diversos idiomas y el autor argentino más leído del siglo XX.
Más allá de la injusta proscripción de que ha sido objeto por la actual dirección de la Biblioteca Nacional, la cual presidiera entre los años 1945 y 1954, corresponde el homenaje al ser humano en sus múltiples facetas como católico, patriota, hombre público, escritor talentoso y comprometido con la Verdad.

Ello a través de algunas de sus “profecías” cumplidas y otras por verse que ilustran sus libros.

Dos de sus obras la constituyen “El Kahal-Oro” (1938) y “Juana Tabor-666” (1941) las cuales tienen la peculiaridad de exhibir una cierta anticipación a hechos que han sucedido y acontecen tanto en el mundo como en la Argentina.
En la primera de ellas expone que el oro podría desaparecer como garantía de la moneda pero no así los billetes extendidos por los gobiernos y en tal sentido afirma que “Cuando la masa de billetes que circula en un país está en proporción de sus necesidades comerciales, esos billetes conservan intacto su valor habitual, aunque no tengan ni un gramo de oro como garantía” (pág. 236). Más adelante refiriéndose al circulante agregaría “Su valor se funda sólidamente en la necesidad de moneda que siente toda nación, para sus transacciones. El valor disminuye sólo cuando hay demasiada moneda; y aumenta cuando escasea” (pág.309). En lo que hace al oro escribe “Se imaginaban que el oro en si era una riqueza, y que el mundo tenía una necesidad ilimitada de oro, y que éste conservaría su valor, es decir, su poder adquisitivo, aunque abundara extraordinariamente” (pag.311) cuando sólo tiene valor como metal. Pone en boca de uno de sus personajes la bondad de la ruina de los usureros por cuanto “el dinero circula, es decir, ya no es un privilegio de unos cuantos capitalistas, y con ello parece más abundante, aunque exista la misma cantidad de billetes”. “El consumo universal de mercaderías ha aumentado, a causa de la abundancia de trabajo y los altos salarios, que permiten al pueblo comprar más que antes” (pag.326).
En opinión del autor bien cabe reproducir su concepto de que “El trabajo es la única mercadería que la mayoría de los seres humanos puede producir. En los pueblos en donde es bien pagado, se considera más la dignidad del hombre. En los pueblos donde al obrero se le paga mal, un hombre es casi un esclavo y vale menos que un buey, porque su carne no se come. Y cuando es un obrero sin trabajo, vale menos que un perro” (pag.339).
El tiempo fue transcurriendo y el mundo entero prescindió del oro para otorgar valor a la moneda fiduciaria aún cuando no pudo liberarse, también, del poder financiero que lo atenaza.
En el capítulo V de aquella novela describe con precisión los mecanismos que utiliza tal monopolio para generar guerras y crisis alternativas entre las cuales siempre resulta beneficiada aprovisionando a uno y otro bando luego de enemistarlos, mientras los pueblos sucumben en los campos de batalla y en las retaguardias por las armas de fuego y el hambre. Asimismo denuncia el manejo de los mercados y bolsas de materias primas por parte de un minoría plutocrática medrando con el esfuerzo de los productores quienes soportan el riesgo de la explotación mientras ellos a través de los préstamos con interés y garantía real se apropian de los bienes de la humanidad cuando los prestatarios no pueden responder a las obligaciones contraídas.


La segunda de dichas obras contiene premoniciones de singular relevancia no ya en el plano crematístico sino teológico y político.
Parte de la novela transcurre en la Argentina y específicamente en Buenos Aires y el autor emite juicios morales de acendrado valor tal como que las revoluciones hechas para terminar con las clases sociales no las han eliminado sino continuado en función, entre otras, por “la envidia a la cual se le diera en tiempos de Marx el nombre científico de lucha de clases” (pag.77).
O poniendo en labios del satánico monje Simón “Creo que estamos destinados a ver grandes cambios en la Iglesia, en el sentido de la democracia. Servir a la vez a Dios y al pueblo” (pag.109) y “la Iglesia Romana no puede reformarse y regenerarse por algunos movimientos superficiales: es necesario que sea removida y turbada hasta lo profundo” (pag.110).
No deja de referirse a un futuro Papa “…que llegaría a Roma del otro lado del océano… y así como había esperanzas en algunos otros alentaban “…la ilusión de que para salvarse era necesario aliar el espíritu del Vaticano con el de la democracia…” (pag.163)
En lo que hace a las grandes líneas hace decir a un personaje “El haber fomentado el panislamismo se nos muestra ahora como la más terrible equivocación de los hombres en la Historia” (pag.118)
Argentina estaba gobernada por Hilda Kohen de Lieberman siendo “la segunda mujer que había llegado a ser presidenta de la Nación” (pag.80).
En el capítulo VII que titula “Visión del porvenir” cuenta de una manifestación de medio millón de hombres en la Plaza Stalin que “se habrían congregado para echarle flores a nuestra Presidenta, misia Hilda, porque ha disuelto los últimos restos del ejército de línea que nos quedaban, la gendarmería de la Patagonia” introduciendo que ello le interesaba a “los politiqueros que lo agitan, tienen instintiva aversión a lo militar…”, lo que es materia de preocupación de algún personaje “porque tenemos vecinos fuertes que codician, desde hace siglos, algunas de nuestras provincia, y pueden aprovechar la ocasión al ver indefensas nuestras fronteras” (pag.114). No deja por ello de mencionar la analogía con la España de 1936 aseverando que “…en la Argentina los politiqueros eliminaron a los oficiales de carrera, corrompieron a los soldados y armaron el brazo irresponsable de las poblaciones…” (pag.200).
Páginas después pinta la desestabilización del gobierno de Hilda Lieberman con riesgo para su vida y reflexiona “¡Si en vez de aquella política demagoga y cobarde, misia Hilda hubiese tenido un par de regimientos de línea!” o apunta “los buques de guerra, que se oxidaban en los inútiles diques, se transformaron en museos, en hospitales y en escuelas” (pag.209). Y ello en base al falaz razonamiento “La República Argentina no tiene cuestiones internacionales, pues sus fronteras están bien demarcadas. Siendo así, no necesita gastar cientos de millones en mantener quinientos mil parásitos. Es preferible que costee quinientos mil maestros” (pag.cit.).
Con referencia a la misia Hilda nuestro Hugo Wast enuncia “Ninguna de las grandes reinas de la Historia, ni Cleopatra, ni Isabel la Católica, ni Catalina de Rusia, estuvieron tan espléndidamente alojadas, ni fueron mejor pagadas que la democrática presidenta de la República Argentina” (pag.210).
Cuando una masa enardecida por el suicidio colectivo de 5.000 costureras por la explotación de que eran objeto se dirigía al palacio presidencial para derrocarla, la hija de la presidenta la impulsa “Arriba, en la azotea, tengo mi athanora (vehículo aéreo). Huiremos al Uruguay…” (pag.222).
El autor apunta con referencia a la multitud “Porque todos ellos habían trabajado en su favor cuando fuera elegida Presidenta y continuaban a sueldo de ella. Pero en una tarde, en un mitín de la plaza Stalin, uno de los oradores rompió la consigna y la nombró”.
No deja de referirse a la conducción política argentina cuando escribe “Ambas Cámaras se hallaban de vacaciones, y no se reunirían hasta cinco meses después…y la presidenta de la Nación andaba de paseo, pescando salmones en los lagos del sur” (pag.196).
Se refiere al sistema electoral donde “…Todos, hombres, mujeres, niños, desde los siete años, criollos o extranjeros, libres o encarcelados, gozaban del más sacramento de los derechos humanos, el verdadero rasgo distintivo en la escala zoológica: la facultad de votar, elegir y ser elegido…” (pag.231) aún cuando “…las mayorías son la cosa más inestable del mundo…” y que “No bien comienza a discutirse porqué gobierna aquel y no éste, se descuaja el fundamento de la obediencia” (pag.cit.). Y agrega: “¡Y pensar que hay filósofos de cabeza blanca que no creen en la infalibilidad de la Iglesia con su unidad doctrinaria de veinte siglos, pero creen en la infalibilidad de la mitad más uno, que se rectifica cada seis meses y se contradice cada año¡ (pag.233).
Tampoco las cuestiones del agro fueron ajenas a Martínez Zuviría cuando escribe ya en “666”: “…Las dos grandes empresas que acaparan las cosechas argentinas estaban de plácemes y contaban ganar cien millones de marxes (moneda nacional en la ficción de la obra). Estas dos grandes firmas eran de la misia Hilda, que a pesar de ser presidenta de la República no había interrumpido sus afortunadas operaciones mercantiles, y la de los hermanos Tres Rosas, que habían comenzado siendo tres, y eran ocho ahora, distribuidos estratégicamente en los países productores de granos, pero con su sede principal en Buenos Aires, la ciudad más libre y feliz de la tierra”. (pag.187).
No podía menos que ocuparse de la cuestión social y relata la explotación de las “costureras” que como no trabajaban en talleres sino privadamente “les imponían precios inicuos” (pag.190) lo que admite parangón con similar situación que sufren especialmente las inmigrantes en el año 2014 en esta ciudad de Buenos Aires. Aquellas decidieron suicidarse selectivamente ante los locales de la empresa usurera y estas últimas consumidas por el fuego en el encierro de los locales clandestinos.


Esta Semana Santa de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo contemporánea con la consagración del Papa Francisco “…que llegaría a Roma del otro lado del océano…” (Hugo Wast dixit) impone recordar a nuestro ilustre compatriota quien no sólo nos brindó la fina estética de su prosa y poesía, sino que corrió el velo del destino universal y patrio desde su elevada espiritualidad católica.

(1) Las páginas están referidas la edición 1975 de Editorial AOCRA Argentina de “El Kahal-Oro” así como las correspondientes a la segunda obra a la edición del mismo año e idéntica editorial de propiedad del literato.

Rodolfo Jorge Brieba

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