jueves, 24 de noviembre de 2011

Declaraciones

DECLARACION DE CIDEPROF
20 de noviembre de 2011
“Dos amores construyeron dos ciudades: el amor propio hasta el desprecio a Dios hizo la ciudad terrena; el amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo, la ciudad del cielo” (1) Que debe convivir, en el tiempo, con aquélla.
No nos equivoquemos ni nos dejemos engañar. Cuando el Señor le dijo a Pilato que su reinado no era de este mundo (2) lo que afirmó es que su Majestad no le ha sido conferida por los poderes del mundo sino por Dios. Se refirió al origen de su potestad y no al ámbito universal de sus alcances.
Así, pues, Cristo Jesús, nuestro Redentor, debe reinar en nuestras almas pero debe también hacerlo en nuestras familias, en nuestras costumbres, en nuestras instituciones, en nuestras leyes, en nuestra Patria.
Y hoy, tristemente comprobamos que así como Cristo no reina en las almas, tampoco reina en nuestra sociedad.
Cristo no reina en nuestras familias. Aún quienes nos llamamos cristianos y nos decimos sus discípulos hemos excluido a Jesucristo de nuestras casas, dejando que en ellas entren otros señores; hemos silenciado la voz de su Palabra dejando que otros ruidos la sustituyan; hemos arrinconado sus imágenes, dejando que sean otras las que llenen nuestro espacio visual. Pero Cristo tampoco reina en la vida de nuestras casas, donde no se lo invoca, donde no se lo honra, donde no se cumple su ley. Otros, blasfemos y obscenos, han sustituido su adorable y amorosa presencia.
Cristo Jesús ha sido desterrado de nuestras calles y de nuestras instituciones. ¿Reina Cristo verdaderamente en nuestra sociedad? “¿…reina Cristo en este país?”, se preguntaba Castellani e irónicamente respondía: “¿Y cómo no va a reinar? Somos buenos todos. Y si no reina, ¿qué quiere que le hagamos?”. (3)
Muchos hombres buenos, pero Él no reina.

Y si no reina ¿qué quiere que le hagamos?

Vemos cómo las antiguas naciones cristianas reniegan de Cristo y de su Iglesia, blasfeman y se burlan de sus leyes. Y, mientras, con cierta curiosidad distante e indiferente observamos lo que ocurre en otras tierras, dejamos que crezcan en nuestra Patria las mismas flores venenosas y los mismos frutos de podredumbre. ¿Qué quiere que le hagamos?, responderíamos tal vez, resignados y vencidos, si tuviéramos que contestar aquél interrogante.
Cristo no reina en nuestra familia no sólo porque lo hemos echado de ella, sino porque hemos echado a la misma familia de nuestra organización social. Hace tiempo, mucho tiempo, que venimos haciéndolo, alegremente. Primero dejamos que el Estado se metiera en ella, regulándola con el matrimonio civil. Luego permitimos que se inmiscuyera con las primeras leyes inicuas de educación que, en los albores del siglo XX, comenzaron a sustituir la autoridad de los padres en la formación de sus hijos. Permitimos que se pusiera en crisis el principio de autoridad y jerarquía, en un grado mayor, al aceptar que se destruyera la autoridad paterna.
No hace tanto, luego de otras claudicaciones, aceptamos que esa familia, ya regulada por el Estado, se fundara sobre una unión inestable al admitir el divorcio, primero en nuestras leyes y, luego, en nuestros hábitos sociales, admitiéndolo, si no siempre como una solución óptima a los problemas inevitables de la convivencia conyugal, sí como un mal menor tolerable y, aún, beneficioso.
Y finalmente, pero no finalmente del todo, nos habituamos a prescindir del matrimonio como institución fundante de la familia y permitimos que se llamara familia cualquier unión, y admitimos como normales y hasta buenas las uniones de hecho y la paternidad o maternidad extramatrimonial. ¿Qué quiere que le hagamos?, respondimos. Y nos conformamos con que nuestros jóvenes aceptaran a los hijos concebidos fuera del matrimonio, también como un mal menor frente al aborto.
Pero se dio un paso más, en esa paulatina y creemos que ya definitiva expulsión de la familia de nuestra organización institucional, con la sanción, el año pasado, de la mal llamada “ley de matrimonio igualitario”, mal llamada ley, porque no lo es propiamente, sino una corrupción de la ley y una perversión de la justicia. Y mal llamada de“matrimonio igualitario” porque, al legalizar la unión homosexual y equipararla al matrimonio, se ha fabricado una caricatura siniestra y una mofa de la sagrada institución del matrimonio, fundado por el mismo Dios en los albores de la creación.
Con el homomonio, porque no podemos llamar matrimonio a ese infernal engendro, nos hemos lanzado al abismo.
Nuestra sociedad, que debía estar basada en los sólidos fundamentos de la familia y de la autoridad paterna, ha quedado empantanada en las sucias arenas de la unión homosexual estéril y de la parodia de una paternidad sin padres verdaderos y sin hijos propios. Ya no sólo hemos aceptado que se cuestionara la potestad de Dios y el reinado de Cristo en el gobierno de nuestra sociedad, de nuestras instituciones y de nuestras leyes, sustrayéndonos a su Ley; sino que abiertamente la hemos conculcado, sancionando normas y fabricando instituciones que no sólo la ignoran sino que directa y alevosamente la violan en su raíz. Porque esto es el homomonio, una repugnante y diabólica inversión de la ley de Dios.
Y si no reina, ¿qué quiere que le hagamos?
Pero, como la caída al abismo no tiene fondo y se abre al infinito, nuestra precipitación no se detiene en esas inmundicias sino que se lanza raudamente hacia las más hondas negruras al incorporar al sistema de nuestras leyes no ya la contranatura como norma, sino el crimen como derecho.
Hoy el aborto está a nuestras puertas. No el aborto como crimen individual, como una de las más tristes y graves consecuencias del pecado original, sino el aborto como derecho, como derecho de la madre, con lo cual se llega a la destrucción del nudo mismo de todo el orden social, porque no sólo se devastan el matrimonio y la familia sino que se destruye la maternidad, el principio más sagrado de la vida, en el orden natural.
El aborto no sólo es el asesinato de la más inocente e indefensa de las criaturas del hombre, no sólo es el más grave abuso de poder frente a la mayor debilidad, no sólo es la más grave infidelidad a la más alta de las custodias, sino que es la destrucción de la mujer y de lo más sagrado y alto de la mujer, que es la maternidad. El Estado, al otorgar a la mujer el derecho de matar a su hijo, a su hijo no nacido que reposa en el claustro de su vientre, destruye la esencia de la feminidad, la maternidad y los restos de toda institución matrimonial y social. ¿Qué quiere que le hagamos?
“Tengo miedo –decía el padre Castellani, comentando esa respuesta–de los grandes castigos colectivos que amenazan nuestros crímenes colectivos”.
El aborto, como derecho social, es el más grande de nuestros crímenes colectivos y su adopción nos hará acreedores de los más grandes castigos.
Con su sanción, ya no hay valor que merezca respetarse. Si la vida del niño por nacer nada vale y puede disponerse de ella ¿qué habremos de decir de la vida del anciano, del discapacitado, del enfermo? Y estamos a las puertas de la eutanasia. Bajo el eufemismo de “muerte digna”ahora mismo nuestros legisladores están considerando proyectos que la consagren. Si admitimos que los padres maten a los hijos “no deseados” ¿qué impide consagrar a los hijos el derecho de disponer de la vida de los padres inútiles y gravosos; a los padres y hermanos asesinar a los prójimos enfermos o discapacitados; a los fuertes eliminar a los débiles? ¿Qué limite hay en todo esto si ya se ha transpuesto el más sagrado de los límites?
¿Qué derecho de educar a sus hijos pueden reivindicar unos padres que han admitido una sociedad en la que es legítimo y un derecho matarlos? ¿Qué autoridad pueden pretender quiénes han admitido ser ellos mismos eliminados cuando se convierten en una carga?
Todo esto va acompañado de mucho más. Se debaten y estudian leyes que reglamenten la fabricación de hijos a gusto y placer, industrialmente y como si fueran cosas; se instrumentan las formas de penetrar más y mejor en el alma de los niños sobrevivientes, mediante la educación organizada por un Estado enemigo de Dios y de su ley. Se procura eliminar los rastros de la Cristiandad y las manifestaciones de la fe y la devoción popular. Se intenta legislar llevando al extremo el principio de igualdad, de modo tal que se haga imposible distinguir lo distinto convirtiendo en delito el uso racional de la discriminación, indispensable para separar el bien del mal, lo justo de lo injusto, lo conveniente y necesario de lo nocivo. Se convierte a la justicia, a la administración de justicia, en instrumento de la venganza y del rencor. Y así vamos...

¿Qué quiere que le hagamos?

Si no es por amor a nuestro Rey amable que nos creó y nos redimió y que conquistó con su Sangre el poder que como Dios le pertenece, al menos temblemos y actuemos para evitar que caiga sobre nosotros y sobre nuestra Patria la ira de Dios.
Pongámonos virilmente de pie, afinemos nuestras inteligencias, fortalezcamos nuestros corazones, dispongamos nuestro espíritu porque vivimos un tiempo agonal, un tiempo de lucha y de martirio. Porque es necesario que hoy estemos dispuestos a decir toda la verdad, y a defender toda la verdad, aún con nuestras vidas. No sólo es necesaria nuestra paciencia, como expresión pasiva de la virtud de la fortaleza. Es hoy, más que nunca necesaria, junto con ella, nuestra firme determinación de hacerle frente a la caída hacia el abismo de nuestra Patria y de nuestras familias, para nuestra propia salvación y para el bien y la salvación de nuestros hijos.
Tengamos presente al menos, si nos falta el fuego del amor, la admonición del padre Castellani. “Tengo miedo de los grandes castigos colectivos que amenazan nuestros crímenes colectivos”.
Ante la apostasía general, ante el silencio de los cobardes, frente a la torpeza de los necios, afirmemos nuestra Fe, levantemos nuestras voces, agudicemos nuestras inteligencias.
Hoy, más que nunca, es necesario instaurar todo en Cristo y para hacerlo, debemos instaurarlo y hacerlo reinar en nuestras almas y en nuestras casas y debemos militar para restaurar su reinado en nuestra sociedad y en nuestra Patria. Hoy nosotros, más que nunca y como tantos otros lo han hecho en España y en Rusia, en México y en Cuba, y en tantas otras regiones de la tierra, en los últimos tiempos debemos lanzar nuestro grito ardiente ¡Viva Cristo Rey! aún cuando en ello nos vaya la honra, la fortuna y la vida.
Hoy, en el 167° aniversario del glorioso combate de la Vuelta de Obligado, un hito en nuestra historia patria, cuando nuestros padres supieron hacerle frente a los poderosos del mundo, gritemos con toda nuestra fuerza y con todo nuestro corazón ¡Viva Cristo Rey! y así digamos ¡no! al espíritu del mundo que nos invade, nos envenena y nos mata.
¿Qué quiere que le hagamos? Pongámonos de pie, en orden de combate, bajo las banderas santas y gloriosas del Rey vencedor. Y al amparo de su Madre Reina, en su Iglesia Santa.
¡Esa es nuestra respuesta! ¡Esa es nuestra misión! ¡En ese combate debemos empeñar nuestro tiempo y jugar nuestra vida!
¡Viva Cristo Rey!
Ricardo S. Curutchet
San Rafael, 20 de noviembre de 2011

Notas:
1. San Agustín: “La Ciudad de Dios”.
2. San Juan, 18, 33-36.
3. “Cristo, ¿vuelve o no vuelve?”

sábado, 5 de noviembre de 2011

Sobre la Comunión en la mano

de Gemma de Jesus, el Domingo, 23 de octubre de 2011, 1:12

1.- ¿Sabía usted que Pablo VI fue presionado por miembros del clero -en Alemania, Bélgica, Holanda, Francia- para que autorizara la Comunión en la mano, que se estaba extendiendo sin ningún permiso, en una actitud deindisciplina e individualismo?
2.- ¿Sabía usted que en Febrero de 1965 se creó el Consilium para poner en marcha las recomendaciones litúrgicas conciliares? Este organismo pidió al Cardenal Alfrink que Holanda conservase el modo tradicional de distribuir la Comunión (12-9-65).
3.- ¿Sabía usted que ante las continuas presiones, la Sgda.Congregación de Ritos concedió la nueva práctica en Alemania (6-7-68) y a Bélgica (11-7-68) pero que, debido a las protestas por esa claudicación el Papa suspendió la concesión (25-7-68)?
4.- ¿Sabía usted que la decisión del Papa no logro cortar los abusos? Pablo VI creyó conveniente realizar una ENCUESTA Mundial entre el episcopado, a la que el 12 de Marzo de 1969 habían contestado 2.136 obispos. El resultado fue el siguiente:
a) A la pregunta: “¿Se ha de acoger el deseo de que, además del modo tradicional, se permita también el rito de recibir la Sgda. Comunión en la mano?” Contestaron:
-¡NO! (Non placet): 1233 Obispos.
-¡SI! (Placet): 567.
-Según (Placet iuxta modum): 315.
- Votos inválidos: 21.
Hubo dos supuestos más en la encuesta; la opción mayoritaria fue, asimismo, la del NO a la Comunión en la mano.
5.- ¿Se da cuenta usted de que se consultó a los Obispos, escogidos por el Espíritu Santo para regir las Iglesias (Hech 20,28) pero no se les hizo caso, a pesar de que estimaron “que no se debe cambiar la disciplina vigente; más aún, que el cambio sería dañoso, tanto para el sentimiento como para el culto espiritual de los mismos obispos y de muchos fieles?” (Mem.Dom.).
6.- ¿Se había dado cuenta usted de que no se pidió el parecer de los laicos, cuando según el C.Vaticano II “tienen la facultad y, a veces, el deber de expresar su opinión acerca de lo que mira al bien de la Iglesia?” (L.G., 37) Esto fue una clara actitud anticonciliar.
7.- ¿Sabía usted que el C. Vaticano II no se pronunció sobre la práctica de la Comunión en la mano? La aprovación viene después, en un periodo de abusos litúrgicos por los que Juan Pablo II pidió perdón en “Domini Cenae” (24-2-80).
8.- ¿Sabía usted que en los primeros siglos -en que se comulgaba en la mano- se tenía un conocimiento bastante imperfecto del Misterio Eucarístico, y que esto dio lugar a muchos abusos y herejías? Por ejemplo las de los arrianos, marcionitas, aerianos, antropomorfitas, artotiritas (ofrecían queso con el pan en la liturgia), acuarios (ofrecían sólo agua en el cáliz), ofitas, catafrigas. Algunos daban la Eucaristía a los recién nacidos. Otros la colocaban en la boca del muerto o sobre el ataúd. Y los había que se la llevaban a su casa.
9.- ¿Sabía usted que el Espíritu Santo perfecciona la Iglesia con el paso del tiempo? Es algo que recoge el C.Vaticano II: “Eligió (Dios) al Pueblo de Israel, con quien estableció un Pacto, y a quien instruyó gradualmente, manifestándole asimismo sus divinos designios a través de su Historia” (L.G.,II,9). “El mismo Espíritu Santoperfecciona constantemente la Fe por medio de sus Dones”.(D.V. 1,5).
La Comunión en la mano, prendió sobre todo lejos de Roma, pero se imponía el hacerlo en la boca, a medida que se profundizaba en la comprensión del Misterio, y crecía el sentido de indignidad y respeto.
Imitando las normas de la Antigua Alianza, San Sixto I (s. II) prohibe que los laicos toquen los vasos sagrados, y San Gregorio Niceno (s. IV) que toquen el Altar. Pero si comulgaban en la mano, caían en la incongruencia de dar más importancia al continente que al Contenido. S. Juan Crisóstomo (s. IV) advierte que el Serafín que purifica los labios de Isaías con un carbón encendido, tomado del Altar, lo hace mediante unas tenazas, mientras que los fieles reciben al Santísimo en la mano; y advierte: “Esta (la Eucaristía) es mucho más grande que la tocada por el Serafín”. Es otra incongruencia: Nosotros no somos más puros que los Serafines.Y cuando S. Cirilo (s.IV) explica que el Comulgar se sitúe la mano “izquierda como trono de la derecha” añade: “cuida que ni siquiera un fragmento se pierda. Y si … perdiese una mínima cantidad considerar la como truncada de tus propios miembros”. S. Cirilo presiente los peligros de la Eucaristía en manos de los fieles.
Son textos que demuestran como se va gestando en las primeras comunidades el abandono de la Comunión en la mano, como se ve en el punto 11.
Y si la iglesia, guiada por el Espíritu Santo, había de desechado esta práctica hace tantos siglos, ¿poe qué se volvió a permitir en contra de la inmensa mayoría de Episcopado?. Sin duda que los responsables han “contristado al Espíritu santo”.
10.- ¿Sabía usted que NO EXISTEN FUNDAMENTOS BÍBLICOS para justificar el rito de la Comunión en la mano, sino más bien para denegarlo?
Dios revela el contenido litúrgico en el Antiguo Testamento, del que Cristo no viene a abolir “ni una sola tilde”. El A. Testamento es como un cliché que ha de revelarse en la Era Cristiana. el rito de no tocar las cosas sagradas (Num. 4, 15; II Sam 6, 1-9; Jdt 11, 13), se hace realidad en el nuevo Testamento cuando Cristo dice a la Magdalena (jn, 20, 17): ¡NOLI ME TANGERE! (No me toques), y se revalida cuando la Iglesia, llegada la madurez suficiente en la comprensión del misterio eucarístico, prohibe la Comunión en la mano. Entonces se cumple también el Salmo 81:“Abre tu boca y Yo la llenaré”, en un pasaje en que dios promete alimentar a sus fieles con “flor de arina y miel de la Roca”.
Es la correcta interpretación de los textos sagrados en el tema, por cuanto la Iglesia prohibió esta práctica durante tantos siglos.

Corpus
11.- ¿Sabía usted que NO EXISTEN FUNDAMENTOS EN LA TEOLOGÍA TRADICIONAL para justificar la Comunión en la mano?
Ya San Sixto I, Papa (115-125) prohibe a los laicos tocar los vasos sagrados (Mansi 1, 653). Con mayor razón hubo de prohibir la Comunión en la mano.
En la época de San Justino (100-166) sólo los diáconos dan la Comunión a los fieles (Apología 1, 65,5). Este uso es confirmado por la Didajé (15,1) y por S. Ignacio de Antioquia (+107).
El Papa San Eustaquio (275-283) en su “Exhortación a los sacerdotes” decreta que “nadie tenga la presunción de hacer llevar la Comunión por un laico o una mujer a un enfermo” (Patrol. La. 5, 165).
San Basilio (329-379) en carta del año 372, no permite la Comunión en la mano salvo en alguna situación extraordinaria como en caso de persecución (Ep. 93, Patrol. Griega, 332, 483,6).
San Jerónimo (347-420), secretario del Papa San Dámaso, aplica la Doctrina Bíblica (Ex 19,5; ISam 21,5) para descalificar la Comunión en la mano: “Si quienes habían estado con sus esposas no podían comer los panes de la Proposición… ¿Cuánto menos podrá ser violado y tocado por ellos aquel Pan que bajó del Cielo?” (C. de Panm., 49,15).
En el Sínodo de Roma del año 404, celebrado bajo el Papa Inocencio I (401-417) se impone el rito de la Comunión en la lengua (Mansi X, 49,15).
El Papa San León I “El Grande” (440-461) recuerda en su “Sermon V” que el Santísimo Sacramento es recibido en la lengua (Patrología Latina, 54, 1385).
El Papa San Agapito (535-536) curó milagrosamente a un sordomudo, cuya lengua se soltó al darle de comulgar en la boca (S. Greg. dial. III, 3).
El Papa San Gregorio “El Grande” (590-604) daba la Comunión en la lengua (Patr. Latina, 75, 103).
En el Sínodo de Rouen (649-653), siguiendo la línea observada en Roma, se prohibe Comulgar en la mano, y se amenaza a los sacerdotes que no cumplan estas disposiciones (Mansi X, 1199-1200).
En el VI Concilio Ecuménico de Constantinopla (680-681) se prohibe a los fieles que comulguen por sí mismos, y se amenaza con la Excomunión a los que tengan la osadía de hacerlo (Mansi XI, 969).
Sto. Tomás de Aquino, el “Doctor Angélico” nos dice: “Por reverencia a este Sacramento, ninguna cosa entra en contacto con Ella (La Eucaristía) a no ser que esté consagrada; por lo cual se consagran no solo el corporal sino también el Cáliz y, asimismo, las manos del Sacerdote, para tocar este Sacramento. De donde se deduce que a ningún otro le es lícito tocarlo” (Sum. T., III Q, 82, a, 3).
Por eso dice S. Francisco de Asís: “Sólo ellos (los Sacerdotes) deben administrarlo, y no otros”. (Carta 2ª a todos los fieles, 35).
Estas prohibiciones son mantenidas por el Concilio de Trento (1545-1563) de carácter dogmático.
Ya S. Agustín había advertido: “Sería una locura insolente el discutir qué se ha de hacer cuando toda la Iglesia universal tiene una práctica establecida…”. (Carta 54, 6; a Jenaro).
El “Doctor Supremo”, el Papa Pio XII, 15 siglos má tarde, mantenía la misma postura: “Hay que reprobar severamente la temeraria osadía de quienes introducen intencionadamente nuevas costumbres litúrgicas, o hacen renacer ritos ya desusados, y que no están de acuerdo con las leyes y rúbricas vigentes”. (Mediator Dei, 17).
E incluso el C. Vaticano II nos ofrece doctrina para descalificar la practica a la que nos referimos:
“Aunque cada uno de los Prelados, por sí solo, no posea la prerrogativa de la Infalibilidad, sin embargo, si todos ellos, aún estando dispersos por el mundo, pero manteniendo el vínculo de comunión entre sí y con el Sucesor de Pedro, convienen en un mismo parecer como Maestros auténticos que exponen como definitiva una Doctrina, en las cosas de la Fe y de costumbres, en ese caso, anuncian infaliblemente la Doctrina de Cristo”. (L. G., 5).
Y la mayoría de Obispos convino en que la Comunión en la mano iba a ser perjudicial para la Iglesia. Se ha roto, pues, con la Tradición, uno de los Pilares de la Verdadera Iglesia.
12.- ¿Sabía usted que Cristo está presente en las Partículas que se desprenden de la Sagrada Forma?
Es Doctrina de la Tradición Eclesiástica (”Obra Maestra del Espíritu Santo”) con fundamentos filosóficos y teológicos, desde los Santos Padres (Orígenes, Tertuliano, S. Anastasio, S. Cirilo de Alejandría, S. Cirilo de Jerusalén, S. Efrén, S. Jerónimo, Sto. Tomás de Aquino…), pasando por los concilios de Trento, hasta nuestros días. Por eso en la liturgia actual se ordena que al recibir la Comunión se utilice la Bandeja o Patena de los fieles: “El que comulga responde amén, y recibe el Sacramento teniendo la Patena debajo de la boca” (M. Romano, n. 117). Pero ¿Quién se preocupa del destino de las Santas Partículas al comulgar en la mano? ¡Y cuántos Sacerdotes han escondido la Patena a los fieles!
13.- ¿Sabía usted que la Comunión en la mano contribuye a que se pierda el sentido de lo Sagrado?
Un objeto es Sagrado cuando se ha segregado, separado del uso normal, para dedicarse en exclusiva al Culto Divino. Al Comulgar en la mano, el rito se hace más sensorial y la simbología recuerda mejor lo que es una comida vulgar; pero al someter lo Santo a los sentidos (al tacto), al humanizar lo divino, al naturalizar lo sobrenatural, se pierde el sentido de lo sagrado: se produce una DESACRALIZACIÓN en el Misterio más importante para la Fe, vaciándolo de buena parte de su contenido y eficacia.
En cierto modo, al Comulgar en la mano, el rito se degrada: el Santísimo es tratado como un objeto… sagrado, pero un objeto; como una cosa… un tanto especial, entre mis cosas. Es difícil entender en ese gesto vulgar, la unión de nuestra alma con el Dios Altísimo. ¡Qué osadía la de nuestras manos pecadoras! Sin haber sido escogidas, consagradas…
No es de estrañar que después de haber manoseado al Santísimo, el comulgante no comprenda ya la obligación de adorarle de rodillas, la necesidad de sentirse nada ante su Creador…, que sea incapaz de reconocer el Misterio de la Cruz actualizado en el Sacramento, y que no sienta la llamada a una entrega absoluta, en correspondencia al Infinito Amor de Dios humillado en el Sacramento para mi Salvación.
14.- ¿Sabía usted que existen documentos que demuestran que la Masonería, desde el siglo XIX, ha tratado de conseguir que los Católicos comulgasen en la mano y de pie? Los seculares enemigos de la Fe se salen con la suya. ¡Qué ceguera por nuestra parte!.
15.- ¿Sabía usted que hay iglesias no católicas (sectas) que “comulgan” en la mano pero no creen en la Presencia Real de Jesucristo en la Eucaristía?
16.- ¿Sabía usted que hay iglesias orientales -unidas o separadas de Roma- según el rito Bizantino, que tienen prohibida la Comunión en la mano? Este rito, pensado para un acercamiento ecuménico (equivocado) ha resultado, pues, antiecuménico.
17.- ¿Sabía usted que el Papa Juan Pablo II no es partidario de la Comunión en la mano?
Nos decía en la Carta “Dominicae Cenae: “El tocar las Sagradas Especies, su distribución con las propias manos, es un privilegio de los ordenados” (24-Feb-80). Y para que nadie interpretase de otra forma estas palabras, tres meses después, ante las cámaras de la televisión francesa, negaba la Comunión en la mano a la esposa del Primer Ministro, Giscard DÉstaing. El mismo año, declaró en Fulda (Alemania) que no estaba de acuerdo con el Documento que autorizaba en este País dicha forma de Comulgar. (Cfr. “Vox Fidei”, n.10-1981; “Chiesa Viva”, n.112; “Sol de Fátima”, n.82).
¿Por que después de esta fecha se le ha visto dar la Comunión en algunos lugares? Porque se le ha sometido a fuertes presiones, haciéndole creer que sería escandaloso para los fieles prohibir ahora lo que tan fraudulentamente se autorizó, o mostrarse en contra de lo que aprobaron algunas Conferencias Episcoplales.Lo mismo que Moisés permitió el divorcio “por la dureza de corazón de los Israelitas”.(Mt. 19, 8).
18.- ¿Sabía usted que la Madre Teresa de Calcuta ha manifestado que el peor mal que se da en el Mundo es el rito de comulgar en la mano? (”The Wanderer”, 23-3-89; “The Fatima Crusader”, 3er, trim.89).
Es lógico: se trata de un rito inadecuado, causa de profanación y desacralización. Así se pierden Gracias. “Si la Gracia del Señor vale más que la vida” (Ps 62,4) y la Eucaristía es “la Vida del Mundo” (Jn. 5,51), el rito aludido es un mal de primera magnitud.
19.- ¿Sabe usted que supuestas apariciones del Señor o de la Virgen, extendidas por todo el mundo, nos hablan de que el Cielo no acepta el rito de la Comunión en la mano?
No es un hecho aislado, sino un fenómeno mundial. En países como: Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Ecuador, España, Estados Unidos, Guatemala, Italia, Méjico, Polonia…, se atribuyen al Cielo revelaciones que descalifican esta forma de comulgar.
20.- ¿Sabe usted que -según se ha comprobado y como se temía- la práctica de la Comunión en la mano ha potenciado incalculablemente el número de profanaciones?