HOMENAJE A GUSTAVO MARTINEZ ZUVIRÍA (HUGO WAST) 1962-2014
El
próximo viernes 28 de marzo se cumplirá un año más del fallecimiento de
Gustavo Emilio Martínez Zuviría acontecido en el año 1962 conocido en
el mundo entero por sus obras traducidas a diversos idiomas y el autor
argentino más leído del siglo XX.
Más
allá de la injusta proscripción de que ha sido objeto por la actual
dirección de la Biblioteca Nacional, la cual presidiera entre los años
1945 y 1954, corresponde el homenaje al ser humano en sus múltiples
facetas como católico, patriota, hombre público, escritor talentoso y
comprometido con la Verdad.
Ello a través de algunas de sus “profecías” cumplidas y otras por verse que ilustran sus libros.
Dos
de sus obras la constituyen “El Kahal-Oro” (1938) y “Juana Tabor-666”
(1941) las cuales tienen la peculiaridad de exhibir una cierta
anticipación a hechos que han sucedido y acontecen tanto en el mundo
como en la Argentina.
En
la primera de ellas expone que el oro podría desaparecer como garantía
de la moneda pero no así los billetes extendidos por los gobiernos y en
tal sentido afirma que “Cuando la masa de billetes que circula en un
país está en proporción de sus necesidades comerciales, esos billetes
conservan intacto su valor habitual, aunque no tengan ni un gramo de oro
como garantía” (pág. 236). Más adelante refiriéndose al circulante
agregaría “Su valor se funda sólidamente en la necesidad de moneda que
siente toda nación, para sus transacciones. El valor disminuye sólo
cuando hay demasiada moneda; y aumenta cuando escasea” (pág.309). En lo
que hace al oro escribe “Se imaginaban que el oro en si era una riqueza,
y que el mundo tenía una necesidad ilimitada de oro, y que éste
conservaría su valor, es decir, su poder adquisitivo, aunque abundara
extraordinariamente” (pag.311) cuando sólo tiene valor como metal. Pone
en boca de uno de sus personajes la bondad de la ruina de los usureros
por cuanto “el dinero circula, es decir, ya no es un privilegio de unos
cuantos capitalistas, y con ello parece más abundante, aunque exista la
misma cantidad de billetes”. “El consumo universal de mercaderías ha
aumentado, a causa de la abundancia de trabajo y los altos salarios, que
permiten al pueblo comprar más que antes” (pag.326).
En opinión del autor bien cabe reproducir su concepto de que “El trabajo es la única mercadería
que la mayoría de los seres humanos puede producir. En los pueblos en
donde es bien pagado, se considera más la dignidad del hombre. En los
pueblos donde al obrero se le paga mal, un hombre es casi un esclavo y
vale menos que un buey, porque su carne no se come. Y cuando es un
obrero sin trabajo, vale menos que un perro” (pag.339).
El
tiempo fue transcurriendo y el mundo entero prescindió del oro para
otorgar valor a la moneda fiduciaria aún cuando no pudo liberarse,
también, del poder financiero que lo atenaza.
En
el capítulo V de aquella novela describe con precisión los mecanismos
que utiliza tal monopolio para generar guerras y crisis alternativas
entre las cuales siempre resulta beneficiada aprovisionando a uno y otro
bando luego de enemistarlos, mientras los pueblos sucumben en los
campos de batalla y en las retaguardias por las armas de fuego y el
hambre. Asimismo denuncia el manejo de los mercados y bolsas de materias
primas por parte de un minoría plutocrática medrando con el esfuerzo de
los productores quienes soportan el riesgo de la explotación mientras
ellos a través de los préstamos con interés y garantía real se apropian
de los bienes de la humanidad cuando los prestatarios no pueden
responder a las obligaciones contraídas.
La
segunda de dichas obras contiene premoniciones de singular relevancia
no ya en el plano crematístico sino teológico y político.
Parte
de la novela transcurre en la Argentina y específicamente en Buenos
Aires y el autor emite juicios morales de acendrado valor tal como que
las revoluciones hechas para terminar con las clases sociales no las han
eliminado sino continuado en función, entre otras, por “la envidia a la
cual se le diera en tiempos de Marx el nombre científico de lucha de
clases” (pag.77).
O
poniendo en labios del satánico monje Simón “Creo que estamos
destinados a ver grandes cambios en la Iglesia, en el sentido de la
democracia. Servir a la vez a Dios y al pueblo” (pag.109) y “la Iglesia
Romana no puede reformarse y regenerarse por algunos movimientos
superficiales: es necesario que sea removida y turbada hasta lo
profundo” (pag.110).
No
deja de referirse a un futuro Papa “…que llegaría a Roma del otro lado
del océano… y así como había esperanzas en algunos otros alentaban “…la
ilusión de que para salvarse era necesario aliar el espíritu del
Vaticano con el de la democracia…” (pag.163)
En
lo que hace a las grandes líneas hace decir a un personaje “El haber
fomentado el panislamismo se nos muestra ahora como la más terrible
equivocación de los hombres en la Historia” (pag.118)
Argentina
estaba gobernada por Hilda Kohen de Lieberman siendo “la segunda mujer
que había llegado a ser presidenta de la Nación” (pag.80).
En
el capítulo VII que titula “Visión del porvenir” cuenta de una
manifestación de medio millón de hombres en la Plaza Stalin que “se
habrían congregado para echarle flores a nuestra Presidenta, misia
Hilda, porque ha disuelto los últimos restos del ejército de línea que
nos quedaban, la gendarmería de la Patagonia” introduciendo que ello le
interesaba a “los politiqueros que lo agitan, tienen instintiva aversión
a lo militar…”, lo que es materia de preocupación de algún personaje
“porque tenemos vecinos fuertes que codician, desde hace siglos, algunas
de nuestras provincia, y pueden aprovechar la ocasión al ver indefensas
nuestras fronteras” (pag.114). No deja por ello de mencionar la
analogía con la España de 1936 aseverando que “…en la Argentina los
politiqueros eliminaron a los oficiales de carrera, corrompieron a los
soldados y armaron el brazo irresponsable de las poblaciones…”
(pag.200).
Páginas
después pinta la desestabilización del gobierno de Hilda Lieberman con
riesgo para su vida y reflexiona “¡Si en vez de aquella política
demagoga y cobarde, misia Hilda hubiese tenido un par de regimientos de
línea!” o apunta “los buques de guerra, que se oxidaban en los inútiles
diques, se transformaron en museos, en hospitales y en escuelas”
(pag.209). Y ello en base al falaz razonamiento “La República Argentina
no tiene cuestiones internacionales, pues sus fronteras están bien
demarcadas. Siendo así, no necesita gastar cientos de millones en
mantener quinientos mil parásitos. Es preferible que costee quinientos
mil maestros” (pag.cit.).
Con
referencia a la misia Hilda nuestro Hugo Wast enuncia “Ninguna de las
grandes reinas de la Historia, ni Cleopatra, ni Isabel la Católica, ni
Catalina de Rusia, estuvieron tan espléndidamente alojadas, ni fueron
mejor pagadas que la democrática presidenta de la República Argentina”
(pag.210).
Cuando
una masa enardecida por el suicidio colectivo de 5.000 costureras por
la explotación de que eran objeto se dirigía al palacio presidencial
para derrocarla, la hija de la presidenta la impulsa “Arriba, en la
azotea, tengo mi athanora (vehículo aéreo). Huiremos al Uruguay…” (pag.222).
El
autor apunta con referencia a la multitud “Porque todos ellos habían
trabajado en su favor cuando fuera elegida Presidenta y continuaban a
sueldo de ella. Pero en una tarde, en un mitín de la plaza Stalin, uno
de los oradores rompió la consigna y la nombró”.
No
deja de referirse a la conducción política argentina cuando escribe
“Ambas Cámaras se hallaban de vacaciones, y no se reunirían hasta cinco
meses después…y la presidenta de la Nación andaba de paseo, pescando
salmones en los lagos del sur” (pag.196).
Se
refiere al sistema electoral donde “…Todos, hombres, mujeres, niños,
desde los siete años, criollos o extranjeros, libres o encarcelados,
gozaban del más sacramento de los derechos humanos, el verdadero rasgo
distintivo en la escala zoológica: la facultad de votar, elegir y ser
elegido…” (pag.231) aún cuando “…las mayorías son la cosa más inestable
del mundo…” y que “No bien comienza a discutirse porqué gobierna aquel y
no éste, se descuaja el fundamento de la obediencia” (pag.cit.). Y
agrega: “¡Y pensar que hay filósofos de cabeza blanca que no creen en la
infalibilidad de la Iglesia con su unidad doctrinaria de veinte siglos,
pero creen en la infalibilidad de la mitad más uno, que se rectifica
cada seis meses y se contradice cada año¡ (pag.233).
Tampoco
las cuestiones del agro fueron ajenas a Martínez Zuviría cuando escribe
ya en “666”: “…Las dos grandes empresas que acaparan las cosechas
argentinas estaban de plácemes y contaban ganar cien millones de marxes
(moneda nacional en la ficción de la obra). Estas dos grandes firmas
eran de la misia Hilda, que a pesar de ser presidenta de la República no
había interrumpido sus afortunadas operaciones mercantiles, y la de los
hermanos Tres Rosas, que habían comenzado siendo tres, y eran ocho
ahora, distribuidos estratégicamente en los países productores de
granos, pero con su sede principal en Buenos Aires, la ciudad más libre y
feliz de la tierra”. (pag.187).
No
podía menos que ocuparse de la cuestión social y relata la explotación
de las “costureras” que como no trabajaban en talleres sino privadamente
“les imponían precios inicuos” (pag.190) lo que admite parangón con
similar situación que sufren especialmente las inmigrantes en el año 2014
en esta ciudad de Buenos Aires. Aquellas decidieron suicidarse
selectivamente ante los locales de la empresa usurera y estas últimas
consumidas por el fuego en el encierro de los locales clandestinos.
Esta
Semana Santa de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor
Jesucristo contemporánea con la consagración del Papa Francisco “…que
llegaría a Roma del otro lado del océano…” (Hugo Wast dixit) impone
recordar a nuestro ilustre compatriota quien no sólo nos brindó la fina
estética de su prosa y poesía, sino que corrió el velo del destino
universal y patrio desde su elevada espiritualidad católica.
(1) Las
páginas están referidas la edición 1975 de Editorial AOCRA Argentina de
“El Kahal-Oro” así como las correspondientes a la segunda obra a la
edición del mismo año e idéntica editorial de propiedad del literato.