domingo, 27 de febrero de 2011

HOMILIA DEL NUNCIO APOTÓLICO, MONS. ADRIANO BERNARDINI

LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO (22/02/2011)
Homilía del Nuncio Apostólico, Mons. Adriano Bernardini, en la misa de apertura de la Asamblea de las
OMP (Buenos Aires, 22 de febrero de 2011)
Es con verdadero placer que una vez más me encuentro en esta Sede de las Pontificias Obras
Misioneras, para reunirme con todos ustedes tan empeñados en este apostolado. A todos auguro un nuevo
año de trabajo en el espíritu de la Liturgia de hoy, festividad de la Cátedra de San Pedro, y sobre todo en el
trozo del Evangelio que acabamos de leer.
“Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no
prevalecerá contra ella” (Mt. 16,18)
Este texto de Mateo contiene dos elementos muy importantes:
-El primado de pedro y el de sus Sucesores en la Iglesia, que Cristo ha fundado, y por lo tanto del
Santo Padre;
-La asistencia de Jesús a su Iglesia contra las fuerzas del mal.
Damos por descontado el primer punto, fundamental para la Iglesia, porque sin este primado de Pedro
y la comunión con el mismo, no existe la Iglesia Católica. Permítanme, en cambio, algunas reflexiones sobre el
segundo punto: las fuerzas del Mal, que Mateo llama “el poder de la Muerte”.
Asistimos hoy a un ensañamiento muy especial contra la Iglesia Católica en general y el Santo Padre en
particular. ¿Por qué todo esto? ¿Cuál es el motivo principal? Lo podemos enunciar en pocas palabras: ¡Es la
Verdad que nos da el Mensaje de Cristo!
Cuando esta Verdad no se opone a las fuerzas del mal todo va bien. En cambio, cuanto presenta la
mínima oposición, surge una lucha que se hace calumnia, odio e incluso persecución contra la Iglesia y más
específicamente contra la persona del Santo Padre.
Veamos algún punto de la historia, que es “la maestra de la verdad”.
Los años inmediatamente subsiguientes al Vaticano II transcurren en una euforia general para la Iglesia
y en consecuencia para el Papa. Pero es suficiente la publicación de la “Humanae Vitae”, con la que el
Santo Padre confirma la doctrina tradicional, en base a la cual el acto conyugal y el aspecto procreativo no
pueden ser lícitamente separados, que estallan las críticas mas feroces contra Pablo VI, que hasta aquel
momento había agradado al mundo. Sus simpatías por Jacque Maritain y por el humanismo integral habían
abierto las esperanzas de los ambientes modernistas internos a la Iglesia y al progresismo político y
mundano.
Lo mismo se repite más veces en el largo pontificado de Juan Pablo II. Cuando es elegido, las élites
culturales occidentales están fascinadas por la lectura marxista de la realidad. Juan Pablo II no se adapta a
este embarazoso conformismo cultural y traba con el comunismo un duelo muy duro, que lo lleva sin más a
ser un blanco físico de un oscuro proyecto homicida.
Lo mismo le sucederá siempre a Juan Pablo II con respecto a la Bioética, sobre todo con la publicación
de la “Evangelium Vitae” del 1995, un compendio sólido y sin detracciones sobre las principales cuestiones
de la vida y de la muerte.
Y ahora, siempre por el amor a la “Verdad verdadera y Evangélica”, el blanco se ha vuelto
sobre Benedicto XVI. Ya marcado con desprecio en los años precedentes como “guardián de la fe”, apenas
elegido, acogido de inmediato por los comentaristas de todo el mundo con una mezcla de sentimientos, que
iban de la rabia al miedo, al verdadero y propio temor.
Ahora, una cosa es cierta: El Papa Benedicto imprimió a su pontificado el sello de continuidad con la tradición
milenaria de la Iglesia y sobre todo de purificación. Sí, porque a la inseguridad de la fe siempre le sigue la
Imprimir http://www.aica.org/nueva/imprimir_documen...
1 de 2 25/02/11 12:09
ofuscación de la moral.
En realidad, si queremos ser sinceros, debemos reconocer que año tras año ha aumentado, entre
teólogos y religiosos, hermanas y obispos, el grupo de cuantos están convencidos que la pertenencia a la
Iglesia no comporta el conocimiento y la adhesión a una doctrina objetiva.
Se ha afirmado un catolicismo “ á la carte”, en el cual cada uno elige la porción que prefiere y rechaza
el plato que considera indigesto. En la práctica un catolicismo dominado por la confusión de los roles, con
sacerdotes que no se aplican con empeño a la celebración de la Misa y a las confesiones de los penitentes,
prefiriendo hacer otra cosa. Y con laicos y mujeres que buscan sustraer un poco por vez, el lugar al
sacerdote para ganarse un cuarto de hora de celebridad parroquial, leyendo la oración de los fieles o
distribuyendo la comunión.
He aquí que el Papa Benedicto, precisamente por su fidelidad a la “Verità” hace una cosa que escapó
a la atención de muchos comentaristas: trae de nuevo, integralmente, el credo en la fórmula del concilio de
Constantinopla, es decir en la versión normalmente contenida en la Misa. El mensaje es claro: recomenzamos
de la doctrina, de los contenidos fundamentales de nuestra fe. “Sí, porque -escribe el teólogo y Pontífice
Ratzinger- el primer anuncio misionero de la Iglesia hoy es puesto en peligro por teorías de tipo relativista,
que entienden justificar el pluralismo religioso, no solo “de facto”, sino también “de jure”.
La consecuencia de este relativismo, explica el futuro Benedicto XVI, es que se consideren superadas
una serie de verdades, como por ejemplo: el carácter definitivo y completo de la revelación de Cristo; la
naturaleza de la fe teologal cristiana con respecto a la creencia en las otras religiones; la unicidad y la
universalidad salvífica en el misterio de Cristo; la mediación salvífica universal de la Iglesia; la subsistencia en
la Iglesia Católica de la única Iglesia de Cristo.
He aquí, por lo tanto, la Verdad como causa principal de esta aversión y diría casi persecución al Santo
Padre. Una aversión que tiene como consecuencia práctica su sentirse solo, un poco abandonado.
¿Abandonado de quién? ¡He aquí la gran contradicción! Abandonado por los opositores a la Verdad, pero
sobre todo de ciertos sacerdotes y religiosos, no sólo Obispos, pero no de los fieles.
Así el clero está atravesando una cierta crisis, en el episcopado prevalece un bajo perfil, no obstante los
fieles de Cristo están aún con todo su entusiasmo. Obstinadamente continúan rezando y van a Misa, a frecuentar
los sacramentos y a rezar el rosario. Y sobre todo esperan en el Papa. Hay un sorprendente punto de
solidez entre el Papa Benedicto y el Pueblo, entre el hombre vestido de blanco y las almas de millones de
cristianos. Ellos entienden y aman al Papa. ¡Esto porque su fe es simple!. Por otra parte es la simplicidad la
puerta de ingreso a la Verdad.
Durante esta Celebración Eucarística pidamos al buen Dios y a la Virgen poder formar parte, también
nosotros de este tipo de cristianos.
Mons. Adriano Bernardini, Nuncio Apostólico
AICA Copyright 2009 Todos los derechos reservados.
Imprimir http://www.aica.org/nueva/imprimir_documen...
2

No hay comentarios:

Publicar un comentario